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LOS EXITOSOS PELLS
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domingo, 11 de enero de 2009

Mike Amigorena, su archivo privado

El propio Mike, junto a su familia, amigos y vecinos reconstruye la historia del niño terrible que se convirtió en estrella de TV. Las anécdotas, los pecados y las virtudes de un artista que siempre supo cuál era su destino.


Siento un orgullo muy grande cada vez que vuelvo a Mendoza, es mi lugar, yo estoy formado de esa tierra, de ese barrio, yo me identifico mucho... Lo ideal es compartir el éxito con la gente que te vio crecer, es el regocijo más grande que podés tener... si no lo compartís con tu gente, con la que verdaderamente te conoce y que sabe cómo es la cosa… ¿con quién?".

Así comenzó este largo reportaje con quien es el actor del momento. El propio Mike Amigorena, de paso por Mendoza, presentó a Los Andes su álbum personal, recordó a sus amigos, nos permitió entrar a su casa. Ésta es la historia de un hombre que pasó de niño terrible a máxima estrella de la televisión nacional.

Conozcamos la intimidad de joven "excéntrico" o "extravagante", tal como lo califican sus amigos, desde su niñez en Maipú hasta la concreción de su propio sueño. La narración está a cargo de su mamá Elsa, sus compañeros de escuela, sus vecinos y del propio Amigorena.

De enfant terrible a rostro de TV

Mike es el protagonista de “Los exitosos Pells”, nació en Maipú y hasta hoy los Amigorena viven en el mismo departamento, aunque hace 7 años que se mudaron de la casa de su infancia.
En su casa es "El Michael", y así lo conocen todos en su tierra.

Con dos hermanas mayores, Mike era el niño mimado de la familia y por cierto, muy travieso. Sin exagerar, sus amigos cuentan que una vez arrojó un petardo dentro de un quiosco porque se negaron a fiarle un cigarrillo suelto...

Pero también vale destacar que fue monaguillo y se lo podía ver en misa, pasándole la mitad de las hostias al Padre Pérez, ¡porque la otra mitad se las comía a escondidas! “Y de lejos parecía un angelito”, decía un amigo del barrio.

Para Elsa, su mamá: “Siempre fue muy singular y no le tenía miedo a nada… ni le tiene”. Y ya que hablamos de valentía, ella nos cuenta que de pequeño, a Mike le encantaba treparse a los árboles y jugar en ellos. Tal vez con esta señal, el maipucino reafirmaba sus ganas de triunfar, de llegar a la cima, de sobrepasar los límites...

Un Pells en el aula

Cuando comenzó la etapa escolar, su primer colegio fue el San Jorge y luego pasó por varios establecimientos como el Urquiza de Maipú y el Liceo Agrícola, entre otros. "Era un vago, con muchos problemas de conducta, me echaban de todos los colegios. Repetí tres veces cuarto año", contó Mike a Los Andes.

Su amigo de la infancia con quien él compartía las tardes en Maipú o se pasaba las siestas andando en una motoneta Siambretta 48 a pedales y con quien jugaba a ser actor, se llama Alfonso y vivía a sólo dos cuadras y media de distancia.

"Con Mike nos conocemos desde los 10 años aproximadamente y te puedo decir que era un niño terrible y muy compañero, muy gracioso, estaba permanentemente haciendo bromas. Era imitador de chiquito… Lo que estás viendo en la tira es un Mike contenido, es él. Es una actuación súper fluida, porque él es así en la vida, en la intimidad. Cuando nos juntamos a comer o a charlar, yo vuelvo a los 15 años, es como si no hubiera pasado el tiempo”, relata Alfonso.

Juntos pasaban las tardes jugando al ping pong, haciendo diabluras por ahí o fumando, cuenta su amigo entre risas. Y afirma que "Maipú en aquella época era otra cosa, era más pueblo, entonces terminábamos de comer y salíamos a jugar".

Alfonso rescata una anécdota muy divertida: "Durante un año y medio, mas o menos, compartimos colegio. ¡Éramos tan burros que no nos aceptaban en ninguno! Terminamos en la mejor escuela del mundo que es la 4-039 de Cruz de Piedra, una escuela rural al sur de Maipú".

“El colegio era vespertino y salíamos a la ruta a fumar sobre el puente del canal Pescara. Una tarde no teníamos cigarrillos y Mike se paró en medio de la ruta. Del oeste venía un Renault 6 bastante rápido y Mike se paró con los brazos abiertos e imitando un silbato de policía, lo detuvo.

¡El tipo no entendía nada! Mike se acercó y le dijo: ‘¿Jefe no me convida un cigarrillo?’ y cuando miramos el asfalto, el auto había dejado una rayada como de 15 metros... ¡Lo increíble fue que el tipo le convidó el cigarrillo y hasta le dio fuego!", recuerda Alfonso.

Mike siempre se las arreglaba para conseguir lo que quería. Y acerca de esto, Alfonso cuenta que una vez para poder comprarse unas botas tejanas de última moda, vendió en la Galería Tonsa espigas de oro que su abuela guardaba celosamente en un cofrecito.

Dios está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires…

Si bien desde los 16 años Mike tenía decidido viajar a la Capital para cumplir su sueño, recién dejó Mendoza a los 18, cuando tuvo la mayoría de edad, y partió rumbo a Buenos Aires para meterse de lleno en la actuación.

El motivo de su partida, según sus propias palabras: "quería ser actor, showman, yo sabía que tenía un bagaje para mostrar pero no sabía cuánto me iba a tardar; en realidad era la sensación de mostrar algo que tenía para hacer".

Con algunos amigos incluso compartía su pasión: "Yo soy músico y las primeras cosas que hizo Mike, las hizo conmigo en un café de Maipú que se llama California, hacíamos sketches, él imitaba muy bien a los chilenos entonces hacía reportajes hablando como ellos… vivía haciendo ruidos, cantaba muy bien y soñábamos con algún día llegar... él siempre dijo que quería ser actor", contó Alfonso.

Sus primeros pasos en la capital fueron en teatro y en esta faceta no pasó desapercibido. Algunas obras destacadas y premiadas en las que participó fueron "Shakespeare Comprimido" y "El niño argentino". En televisión hizo de todo un poco, participó de ciclos como "Tiempo final" o "Una familia especial" en el papel de un androide.

También incursionó en cine en films como "Un peso un dólar" de Gabriel Condron y formó parte del elenco argentino de "Tetro", la película dirigida por Coppola.

En esta lucha por alcanzar la cima, Alfonso comentó que los comienzos de la carrera de Mike en Buenos Aires no fueron fáciles.

Mientras dormía en una pensión junto a varios extranjeros, a veces no tenía nada para comer y como todos compartían la heladera, solía levantarse a las 4 de la mañana para recolectar una feta de jamón de un compañero de cuarto, un pedazo de tomate de otro… “y así se armaba un sánguche con las viandas de los demás… y con eso comía”, detalla Alfonso.

Mike se dio cuenta desde muy joven qué le gustaba hacer... con la meta fija en su cabeza y las ganas de actuar, nunca se dio por vencido. Y así fue subiendo, aunque sin olvidarse de sus orígenes.

"Y las vueltas que tiene la vida son así, hoy es el orgullo de mucha gente en el pueblo y sigue siendo el mismo 'Michael' que cuando se fue", confiesa Alfonso, su gran amigo de la infancia. Y se sincera: "Mike es una persona feliz, que te hace reír permanentemente y te hace llorar cuando se va… Y coincide con muchos otros en que ‘nunca se olvidó ni de los afectos ni de su tierra’".

Las buenas compañías

De vacaciones en las playas de Chile y en plena etapa de pasión adolescente, Mike conoció al grupo con el que pasó muchos veranos, amigos con los que aún sigue en contacto.

Pablo Giménez y Rorro Martínez conocen a Mike desde los 18 años, etapa en la que juntos compartieron vacaciones de verano y mucha diversión en las playas chilenas. Ninguno de ellos puede negar que Mike fue el líder de la banda y el centro de casi todas las anécdotas graciosas de aquella época.

"Creo que lo que más definió nuestra amistad en esos años fueron las vacaciones en Chile todos juntos", asegura Pablo. Y para dar testimonio de lo vivido en aquella estadía relató que en la casa que alquilaba el grupo, y a raíz de un hecho confuso y torpe protagonizado por Mike, el joven actor en potencia inventó un personaje llamado "Luisito" que se caracterizaba por la falta de inteligencia.

"Durante 15 días, tuvo una doble personalidad -era Mike y era Luisito- y cuando de repente en la playa se convertía en Luisito se tropezaba con la arena, en el mar las olas le pegaban en la cara...", contó Pablo mientras reía.

Y recordando viejas épocas, Pablo también definió a Mike en pocas palabras: "El tipo era un actor consumado en el día a día, en la relación permanente y pensando cosas geniales de la nada, de situaciones normales". Y Rorro se sumó: "Era el personaje del grupo, con esa forma de ser siempre extravagante".

Hoy, y a pesar del tiempo y la distancia, se ven seguido: cada vez que alguno viaja a Buenos Aires o que Mike vuelve a Mendoza. Y hay algo en lo que sus amigos concuerdan: "Yo lo veo en la tele y estoy viendo a la misma persona, no cambia ni sus gestos, ni su modo de vestir, nada…" , asegura Pablo.

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