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LOS EXITOSOS PELLS
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domingo, 3 de mayo de 2009

Martín pells, el último galán fumador de la pantalla


Ahora que el tabaco es demodé, el personaje de Mike Amigorena sorprende con su vicio. Cómo se trocó el placer sensual en rasgo enfermizo. Hablan guionistas y actores. Con o sin pucho.“Hace treinta años nomás, si no fumabas pasabas por gil; hoy, sos un gil si fumás”, resume Oscar Martínez, con un cigarrillo en la mano. Pero que el actor y fumador intente con dignidad sobrevolar las tendencias, modas y giros de la caprichosa opinión pública no impide reconocer que la realidad arrincona cada vez más a los adictos al tabaco. Y que la televisión corre –o camina o gatea, según los casos– detrás de los carteles “libres de humo”.

Gonzalo fuma; Martín, no. En Los exitosos Pells, la tira de Telefe, los dos personajes que compone Mike Amigorena se diferencian, entre otras características, por sus hábitos. Martín, el exitoso, es vegetariano y antitabaco militante, mientras que su gemelo loser es carnívoro, sufre horrores la abstinencia de la nicotina y se erigió, además, en el último fumador de la ficción televisiva.

De la ficción, repetimos, porque el periodista Jorge Lanata es el auténtico Quijote del pucho, solitario e inmutable ante el repudio de los talibanes oxigenistas. Basta observar la promoción de su programa en Canal 26, DDT, con un cenicero, cigarrillo y volutas de humo: declaración de principios o elogio al suicidio, al tipo nadie podrá acusarlo de cambiar de opinión, al menos en esas cuestiones.

Pero en el mundo de las telenovelas y series, fumar ya fue. Además, Martín Pells es muy exitoso como gay y Gonzalo es muy perdedor como heterosexual, un guiño que se mantuvo como un viejo referente de la identidad de género. Porque, hasta no hace tanto tiempo, fumar era cosa de machos. Mi hermano fuma, decían los nenes para impresionar en la escuela. Pero la significación del cigarrillo cambió en manos de los actores.

“Claudio García Satur, en Rolando Rivas, o Bebán con el whisky y el cigarrillo a las cuatro de la tarde, todos fumaban. Un personaje nervioso manoteaba el paquete de cigarrillos y eso era percibido como un acto natural, no se cuestionaba si el actor fumaba o no fumaba. En los últimos cinco años, se nota la desaparición del tabaco cada vez con más fuerza. Es el mismo proceso que en la sociedad: antes era de galán canchero, intelectual, glamoroso, y ahora decís ‘qué aliento va a tener’, parece algo sucio, enfermo, adicto, como con el alcohol, está mal visto socialmente”, dice Esther Feldman, la guionista, junto con Alejandro Maci, de Los Pells.

Difícil ir contra la corriente: poco a poco, Gonzalo deja el hábito. “Soy fumadora, así que jugué con mi aporte sobre lo que significan la abstinencia y el obstáculo. La televisión se ha vuelto educativa, como con los preservativos o los cinturones de seguridad. Sin hacerlo explícito, se puede educar con el ejemplo y, además, sirve como recurso dramático, un disparador para mostrar estados de ánimo. Que Gonzalo deje de fumar significa que se adueña del mundo de Martín”, explica Feldman.

La misma mirada tiene el guionista y director Marcos Carnevale. El autor de Valientes y Soy gitano dice que trataba de “abonar a ciertas tendencias” porque le parecía que la televisión podía ayudar a acompañar los cambios respecto del alcohol, el uso del celular al volante o la profilaxis. “Soy un ex fumador y el cigarrillo me despierta algo contradictorio: por un lado, me parece seductor ver fumar a alguien y, por otro, sé que es nocivo. En la película que filmo ahora, Anita, los dos personajes que fuman (Luis Luque y Leonor Manso) no tienen rumbo, están perdidos”, dice.

Otro ex fumador, Mario Segade, autor de éxitos como Vulnerables y Resistiré, opina que la presencia del cigarrillo depende de la situación dramática: “Si a un tipo le diagnostican cáncer de pulmón y quiere seguir fumando o un chico que se escapa y da unas pitadas a escondidas, contextualizado, tiene sentido. Aunque reconozco que la pareja que hacía las publicidades de LM (Claudia Sánchez y Nono Pugliese), hoy se moriría de hambre”.

Más relativista, Jorge Maestro se permite la ironía. Para el libretista de Zona de riesgo, Los machos y Por amor a vos, “los personajes no fuman porque está prohibida la publicidad de cigarrillos en la televisión. Si no, lo harían. No hay que ser hipócritas. En programas juveniles, se ve a los chicos tomando cerveza. En Zona de riesgo, los personajes consumían cocaína pero no significaba que se hiciera apología de la droga. Debe haber un equilibrio entre la responsabilidad social y la libertad creativa. Depende de las características del personaje porque tener o no un cigarrillo en la mano es sólo un elemento más que no define nada”.

“Dame el humo de tu boca / Dame, que así me vuelves loca”, cantaba la actriz y dama del tango Libertad Lamarque. Hoy, ella misma mandaría a su galán fatal a hacerse buches mentolados antes de arrimarse. “Lo que ha pasado con el cigarrillo en la pantalla es un fenómeno que en el cine es muy notorio”, dice Cecilia Absatz. Además del estereotipo Humphrey Bogart (impermeable-sombrero-pucho = galán irresistible), la periodista cita el ejemplo del film La extraña pasajera (Now, Voyager), de 1942, en el que Paul Henreid prendía dos rubios y le pasaba uno a Bette Davis como el non plus ultra de los gestos románticos. “En los 80, el paradigma cambió y los fumadores cayeron en desgracia, desaparecieron de las pantallas. Sólo quedaron fumando los malos, los delincuentes, los terroristas, los suicidas. Y en la televisión, salvo Lanata, tampoco se fuma. El cigarrillo se cargó políticamente y pasó de accesorio viril a costumbre de kelpers”, analiza. Sin embargo, para Absatz, hay reciclaje y de a poco asoma una ligera vuelta de tuerca. “En el film Luciérnagas en el jardín, el protagonista (Ryan Reynolds) fuma y es absolutamente deseable y seductor; es un guiño para los fumadores”.

Un movimiento, de todos modos, muy tímido: basta ver la serie de HBO, Mad Men, que cuenta la historia de unos publicitarios pioneros en el rubro en los primeros sesenta. La excelente reconstrucción de época subraya hasta la asfixia cómo se fumaba en aquellos años. Mucho, pero mucho más que ahora. Por el momento, para ocupar las manos, actores y actrices deben hacer otra cosa. El tiempo dirá si resultó o no más dañino que un poco de
nicotina.

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