¿Cómo llegó a convertirse en la actriz del momento?
Después de Lalola no pretendía volcarme a la televisión el resto de 2008. Pero surgió el proyecto de los Pells y, de repente, en julio, a tres meses de bajar las revo-luciones, reincidí. No podés re-chazar una gran idea. Tampoco sé si soy la actriz del momento. Sé que llegué paso a paso; en rea-lidad, pasito a pasito.
¿Y cuándo se cruzó en su camino “lo artístico”?
Admito que mis doce tempo-radas en la escuela para mujeres, doble turno, influyó, la libertad de plantear y concretar obras, musicales. Ahí me recibí de bachiller humanista especializa-da en Letras. Terminé, cursé Di-rección de Arte y llegó la suge-rencia de los viejos: “¿Aparte vas a estudiar algo, no?”. Planteo se-rio ante mi eterno maestro de teatro, Miguel Guerberof (respira profundo). “¿Qué hago?”, lo en-caré. “Lo que piden tus padres. Anotate y no vayas”. En marzo me llamaron de Montaña rusa y zafé.
¿Quién es Miguel Guerberof para usted?
El me enseñó, me dio la con-fianza para animarme a roles va-riados y bravos. Lo conocí a los 19 años, participé en numerosas de sus obras y nunca lo olvidaré. Murió a los 67. Tomo mis eleccio-nes laborales acordándome de él.
Notable. ¿Y en qué otro aspecto pone énfasis, por ejemplo, al aceptar o no propuestas de la pantalla chica?
Sé que no siempre formé parte de programas divinos, pero traté. Hablo de elegir contenidos respe-tuosos, mostrar lo necesario. En la lista de situaciones que me ponen feliz, el desnudo no figura.
¿Declara algún complejo físico?
Declaro mis caderas. Las caderas no mienten. Tengo las curvas de una latina. El problema es que doy escandinava. No importa, así me obligo a poner ropa ultra femenina.
¿Oyó que se la considera entre las damas mejor vestidas del país?
Lo leí, lo leí. ¡Gracias! Adoro la ropa. Ojo, no colecciono. Sí zapatillas de una marca deportiva.
Tiene, los mismos ojos que su novio, Julien. ¿Casualidad?
Divina casualidad... Mi simple, encantador y sorprendente novio. Lo descubrí el 10 de agosto de 2007 y casi desde esa fecha convivimos en el tres ambientes que me compré a los 23. Nos cruzamos gracias a una persona en común. Lo vi y reaccioné: “¡Epa!”. Acababa de llegar de Francia, no me conocía. Siento que es el hombre de mi vida, algo que jamás antes sentí.
Sigamos. ¿Cómo es Carla?
Seductora, pudorosa, muy pasional, fanática del jazz, el cine y los cantantes italianos, el agua y las cremas corporales. Aceptable chef y amante, responsable de la comida. Adicta al celular y bas-tante ajena a la Internet. Sim-pática y divertida. Soy una chica Ortega (el dueño de la productora Underground), y me enorgullece acompañar al tipo que creó La-lola y Los exitosos Pells.
¿Fóbica a la fama, el aplauso y la exposición?
No me mortifican la fama, el aplauso ni la exposición. Sería una hipócrita si lo dijera. Son piolas para nuestro trabajo. Le reco-miendo a la gente conocida, ante un bajón, salir a la calle para levantar su autoestima. Yo lo cultivo, y ante el primer “¡Idola!” se me cambia la cara. Una exce-lente medicina “antidepre”.
¿Cómo encarará su porvenir profesional?
Lo único claro es que en junio cerraremos los 150 capítulos de Los Pells y que en marzo, llegará el estreno de La ventana, película qie rodaré con Carlos Soríny por lo cual estoy más ansiosa.
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